Nuestros cursos se desarrollan adecuados a las necesidades de cada edad.
En una clase de Robótica Educativa, la clase suele empezar con el planteamiento por parte del profesor de un reto para que el alumnado lo resuelva. Generalmente este planteamiento se acompaña de las herramientas informáticas adecuadas, como pueden ser; vídeos, instrucciones de montaje, textos, …
Una vez se ha planteado el reto se pide a los alumnos que, en grupos (de 2 o más personas), siguiendo las instrucciones proporcionadas, monten el modelo 3D correspondiente. Esta es una de las habilidades que los niños adquieren en estos cursos: la visión espacial que les permite mediante la interpretación de unas instrucciones en 2D construir modelos en 3D.
Seguidamente se le pide al alumnado que hagan cambios al modelo para que cumplan alguna funcionalidad nueva, o que mejoren el modelo para un mejor funcionamiento. Entra en juego la posibilidad de que las soluciones pensadas no sean correctas.
Los errores también forman parte del proceso y sirven para adquirir conocimiento (el conocer los errores nos da experiencia que evita que los cometamos en el futuro) y para trabajar la competencia de ser capaz de gestionar la frustración que produce “el fracaso”.
Propiamente dicho, no es un fracaso el que se da con estos errores, sino un proceso de aprendizaje enriquecido. Cuando se aportan soluciones válidas y probadas, se fortalece el liderazgo de los alumnos, puesto que van adquiriendo confianza en su capacidad para resolver retos cada vez más complejos y van aprendiendo que un buen líder es aquel que se apoya en su equipo para conseguir los objetivos , no el que pretende hacerlo todo él solo.
Además, se pide a los equipos que expliquen las soluciones aportadas, de forma que se trabaja también la expresión oral y el expresarse en público.
Los modelos que se construyen suelen ir acompañados de un programa informático que hace que el robot ejecute órdenes (ya sea desplazarse, identificar colores, medir distancias a un objeto, …). No se pretende que los alumnos acaben siendo todos maestros en programación. Los sistemas de programación que se suelen usar casi siempre están basados en iconos y no en instrucciones escritas. Lo que se pretende es que los alumnos se familiaricen con los dispositivos programables, cada vez más presentes en nuestra sociedad (ordenadores, teléfonos móviles, …). Con esta capacidad para entender como se programan los robots, adquieren esta habilidad que les será muy útil en el futuro.
En estos cursos al alumnado se les plantean retos en los que trabajan conceptos físicos, matemáticos y tecnológicos. De este modo los alumnos trabajan conceptos que han estudiado en varias asignaturas del currículum escolar oficial de una forma práctica. Esto motiva los alumnos en el aprendizaje de estas materias puesto que pueden experimentar las aplicaciones prácticas del que han estudiado de forma teórica.
Por supuesto, para todas las edades no se puede plantear el mismo curso de Robótica Educativa. Se adaptan los retos, los conceptos técnicos, físicos y matemáticos a la edad del alumno y a sus conocimientos. También los sistemas de programación son adaptados a su nivel de conocimiento. Este es otro punto a tener en cuenta en el desarrollo de un buen curso de robótica educativa.
Por todo lo explicado hasta este punto, consideramos que esta es una actividad con un gran beneficio para el alumnado, puesto que los ayudamos en el desarrollo de habilidades y competencias necesarias para su futuro personal y profesional. Fomentamos su interés por las ciencias, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas, y además ayudamos a mejorar su nivel de inglés, al impartir los cursos en este idioma.
Pero todavía nos queda un punto más a tocar. La actividad implica un componente lúdico, intrínseco a la construcción de modelos, a la discusión de las mejores soluciones con otros alumnos, …
Este componente lúdico es el que remata el éxito de la actividad, puesto que si por todo lo que se ha explicado anteriormente es una actividad ideal desde el punto de vista de los padres preocupados por la formación de sus hijos, este último punto es el que convierte la actividad en ideal desde el punto de vista de los niños. Es la actividad lúdico-educativa ideal tanto para padres como para hijos.